Pensar mientras se sonríe o se lanza una pequeña carcajada o se ríe por no llorar o se indigna alguien ante la presencia, a primera vista, de los cuentos de un cuentista entrado en años que está harto de estar harto y sin embargo ama la vida, llora con ella y con ella baila al tiempo que persigue distraer al lector.
He aquí la esencia de este libro. Entre sarcasmos, ironías y situaciones absurdas que a veces parecen guiones para un sketch de humor con mensajes implícitos, hacen su aparición en escena el temor a la muerte, la crítica a lo políticamente correcto, la transgresión contra todo lo que parece nuevo y sin embargo es repetitivo y plúmbeo.
Cuando han pasado demasiados años por la piel, la filosofía se esconde bajo los renglones de un cuento. Ahí se queda hasta que aparece un lector y le ordena: levántate, muéstrame tu corazón y tu mente. Y, sí, sonríe, que falta nos hace.
Conversamos con el escritor sevillano Ramón Reig sobre la necesidad del humor, de la obligación del artista, cuanto menos, a provocar incomodidad al orden establecido, de la libertad… y del precio a pagar por ella.
1.- Ramón, El profesor Cojonciano y otros cuentos incorrectos tiene un tono bastante irónico y sarcástico. ¿Cómo describirías este estilo que has querido imprimir a los relatos?
Es un estilo que huye de aportar demasiadas palabras innecesarias para dejar al lector que se imagine las situaciones y además busca que el lector bucee en sus intenciones implícitas y que al mismo tiempo se divierta aunque en ocasiones o con frecuencia, mejor dicho, el fondo pueda resultar algo triste.
2.- A lo largo de tu carrera has publicado tanto poesía como prosa. ¿Cómo se ha dado la transición entre estos géneros y qué te lleva a trabajar en ambos?
La poesía casi la he dejado, estoy cansado de ella y a veces hasta me parece ridícula. La prosa sigue avanzando aunque lo mío es el ensayo y la investigación con aportaciones filosóficas. Sin embargo, sigo con la prosa, estoy liado con mi primera y tal vez única novela porque a mis once libros de poemas editados y a los cuatro de narrativa se unen más de veinte sobre Comunicación y Periodismo.
3.- En este libro, los temas de la muerte, la crítica a lo políticamente correcto y la transgresión están presentes de manera muy marcada. ¿Qué fue lo que te llevó a abordar estos temas?
Creo que sin transgresión no hay ni buen pensamiento ni buena literatura. Además, estos tiempos neopuritanos llenos de ignorancia donde todos los días alguien inventa la rueda, llega un momento en que hartan y hartan mucho. Entonces hay que ejercer el derecho a expresarse pero sin insultar, utilizando herramientas literarias.
4.- En este libro, los relatos se presentan con situaciones absurdas, pero también con mensajes profundos. ¿Cómo equilibras el humor y la reflexión en tus escritos?
El humor surge de ese hartazgo del que hablaba antes, estoy harto de lo mismo siempre, el escritor inquieto debe romper con eso, lo que ocurre es que ser uno mismo tiene un precio que es la soledad, pero yo la llevo bastante bien, sé a lo que me expongo, a la gente en general lo que le gusta es la mentira, la fantasía. Yo me río y lloro al mismo tiempo viendo mi mundo.
5.- Algunos de tus cuentos parecen tener una conexión con el periodismo o la crítica social. ¿Consideras que tu formación como periodista influye en tu estilo narrativo?
Mi formación deriva del periodismo, de la antropología y de la historia y ha sido un placer disfrutar de ella y seguir disfrutándola. El periodismo te pone los pies en el suelo si es que sabes aprovecharlo. La historia te explica el pasado para que comprendas mejor el presente y puedas imaginar el futuro. La antropología te muestra la perspectiva del ser humano y completa a la historia. Una maravilla para un profesor y un escritor que es lo que soy. Además el periodista no dice “los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa” sino “lo que pasa en la calle”, le guste o no al personal.
6.- Tus relatos a menudo subvierten las expectativas del lector. ¿Piensas que la literatura ha ser un vehículo para desafiar las normas y llevar al lector a cuestionar lo que considera establecido?
Yo no busco dormir sino despertar al lector y divertirlo. Ahora bien, si desea despertar que se atenga a las consecuencias, es mejor tirarse al palo con la televisión, con redes sociales o con novelitas que con narraciones que puedan resultarle molestas porque no desee salir de su zona de confort. Yo busco lectores de mente abierta, valientes.
7.- ¿En qué medida tus experiencias en el mundo académico y el periodismo influyen en este libro de cuentos?
En la medida en que me permiten conocer mejor el mundo que me rodea a pie de tajo. Yo hablo con personas de toda posición social y formación académica y cultural, con personas de todas las condiciones sexuales, todas me enseñan, todas me hacen pensar para después poder escribir.
8.- ¿Cómo sientes que la poesía y la prosa se complementan dentro de tu obra? ¿Reconocerías alguna influencia poética en los relatos de El profesor Cojonciano?
Sí, a mi siempre me influye, sobre todo, León Felipe, es de los pocos poetas que no me duermen. Y me influye la poesía de Cesare Pavese y Alberti, mis paisanos Luis Cernuda y Bécquer y la agilidad de Mario Benedetti. Y más me influyen los grandes columnistas que han sido, como Francisco Umbral, Manuel Vázquez Montalbán, Eduardo Haro Técglen, Javier Ortiz o Antonio Burgos. Menos con Umbral tuve el honor de conocer y charlar con todos los demás. Ah, y con Alberti también.
9.- Para finalizar, ¿qué esperas que los lectores se lleven de El profesor Cojonciano y otros cuentos incorrectos después de leerlo?
Los lectores van buscando aquello que quieren leer, eso por regla general. Si coinciden en todo o en parte con mis pensamientos hablarán bien del libro. Si no, callarán o se desahogarán. Cuando lo lean les tocará desahogarse a ellos y celebraré que digan lo que quieran con toda libertad, me guste más o menos, lo importante es reflexionar y comunicarse.