A lo largo de su vida, Diego Froilaz será testigo de muchos acontecimientos trascendentes protagonizados por su íntimo amigo y rey don Alfonso IX de León, desde los comienzos de su dilatado reinado hasta su muerte.
Junto a la reina doña Berenguela de Castilla, nos descubrirán la personalidad de un Alfonso IX mucho más humano y cordial que el frío personaje histórico del que nos hablan las viejas crónicas, y nos lo muestran, armado con un corazón valiente, haciéndole frente a sus muchos antagonistas y conflictos..
Hemos conversado con José María Sánchez-Bustos, autor de esta magnífica semblanza del rey don Alfonso IX de León.
1.- José María, cuéntanos un poco sobre tus inicios como escritor. ¿Qué te llevó a empezar a escribir hace diez años?
Aunque hasta hace diez años, poco más o menos, no me lo tomé en serio, la verdad es que desde niño me atrajo la idea de escribir y buscaba refugio en la lectura. Y al terminar mis estudios secundarios me planteé dedicarme a las letras, pero un pragmatismo, quizá absurdo y cobarde, me llevó por otros derroteros al decidirme por la carrera universitaria de Ciencias Económicas y Empresariales. Sin embargo, siempre que mi profesión de economista de empresa me lo permitió seguí leyendo y leyendo todo lo que se ponía a tiro. Y fue, cuando le empecé a ver el rabo a la jubilación, que la fluida prosa de Gabriel García Márquez me inoculó el elíxir que despertó mi vocación de escritor dormida. Así que, siendo consciente de que nadie nace enseñado, seguí primero cursos de escritura en Escuela de Escritores y más tarde me apunté a los acompañamientos de Isabel Cañelles. Así, pronto adquirí oficio y pude hacer mis primeros pinitos publicando dos relatos en la revista literaria digital “Cuentos para el andén” y algunos más en antologías editadas por RELEE.
2.- “Gladius Iusticie” surge de una extensa investigación. ¿Cómo fue el proceso de reunir información y documentación histórica para esta novela? ¿Qué fuentes te sorprendieron o aportaron más a la historia?
El proceso fue arduo, pero apasionante. No desprecié información alguna a mi alcance sobre el reinado de Alfonso IX y su época. Desde artículos periodísticos, pasajes de la Biblia y el Corán, estudios y ensayos hasta algunas novelas como “La maldición de la reina Leonor” y “La reina sin reino”, de Peridis, que me sorprendieron muy negativamente al tachar al personaje que iba a ser el héroe de mi narración, y que aparece en ambas novelas como secundario, de violento, borracho y lascivo, así que tenía que abogar por él y mostrar una imagen bien distinta, mucho más noble y humana. Espero haberlo conseguido. Por otro lado, de ambas novelas surgen dos personajes maravillosos y fascinantes que incorporé a mi narración dándoles papeles muy relevantes: Leonor Plantagenet, consorte del rey Alfonso VIII de Castilla , y su hija, Berenguela de Castilla, segunda esposa del rey Alfonso IX , quién luego, aunque por un corto tiempo, fue reina de Castilla. Y en lo referente a la psicología de los personajes, el ambiente social y religioso, así como sobre la tecnología y tácticas bélicas encontré una fuente inagotable de información en tres libros: “La batalla de Alarcos 1195”, de Manuel Jesús Ruiz Moreno, “Las Navas de Tolosa 1212”, de Martín Alvira Cabrer, y “Las Navas de Tolosa”, de Carlos Vara. Excelentes y muy valiosos los tres, reveladores de lo que vieron, oyeron, contaron o silenciaron, tanto cristianos como musulmanes, todos los que estuvieron involucrados en aquellos grandiosos episodios bélicos, así como de la liturgia de las batallas y las razones que condujeron a ellas.
3.- La novela sigue a Diego Froilaz en sus misiones al servicio de Alfonso IX de León. ¿Qué te atrajo de este período histórico y de estos personajes en particular?
Cualquiera que se acerque hoy a su conocimiento, la “Baja Edad Media” (siglos XII al XV), encontrará una realidad luminosa, brillante y llena de colorido, muy alejada de la idea tenebrosa que a lo largo del siglo XIX y buena parte del XX se tuvo de ella. Y encontrará en ella un proceso sorprendente, incluso apasionante, en el que se producen cambios políticos y sociales muy profundos, muy especialmente en lo que hoy es España, entonces una tierra de frontera entre la Cristiandad y el mundo musulmán. Y, en cuanto a los personajes, se sabe que Diego Froilaz fue, desde su primera juventud, alguien muy cercano a Alfonso IX y que, tras la muerte de este a los 59 años, defendió la voluntad de su rey y amigo, frente a las pretensiones de la reina Berenguela y su hijo, el rey Fernando III de Castilla, de arrebatarles a las infantas Sancha y Dulce el derecho a reinar en los reinos de su padre, Alfonso IX, como él había dejado escrito en su testamento. Estas dos realidades históricas hicieron que, en la ficción, yo me decantase porque fuese su personaje el que prestase la voz que narrase la novela. Y ¿qué decir de Alfonso IX, si de él hay tanto dicho? En el preámbulo está escrito: “Él siempre luchó para acrecentar el reino más allá de sus confines, procurándoles una vida mejor a sus vasallos, una vida más justa, amparada en la fuerza de las leyes que él promulgó; siempre escuchó y atendió las quejas y anhelos de su pueblo y, además, sacó a la luz el saber y el conocimiento, hasta entonces encerrados en los claustros de la Iglesia; también asiló y les dio auxilio a todos los peregrinos del orbe que hoyaban los caminos hacia Compostela. ¡Había tanto que hacer! Sí, la tarea era ingente. Y, cuando comenzó su reinado, solo tenía diecisiete años”. En este texto se esconden sus dos grandes logros: la creación de las Cortes Generales del Reino y del Estudio Salmantino, germen de la Universidad de Salamanca.
4.- ¿Cómo lograste equilibrar la realidad histórica con la ficción en la novela? ¿Dónde decidiste darles a los personajes históricos un enfoque más personal o humano?
Los textos históricos de la época, en general, son fríos, impersonales y carentes de detalles, nada tienen que ver con la narrativa que podemos disfrutar en los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Además, suelen limitarse a relatar hechos en muchas ocasiones desnudos de antecedentes y concatenación en una trama. Por esto, después de analizar detenidamente, toda la documentación reunida, tuve muy clara la idea de que lo que tenía que hacer era vestir la desnudez de realidad histórica con las ricas vestiduras, confeccionadas en el taller de la ficción. Pero en todo momento he procurado ser fiel a los hechos históricos, si bien me he permitido algunas licencias exigidas por la propia naturaleza literaria de la obra, introduciendo hechos y personajes de los que no hay constancia escrita, aunque pudieron ser ciertos o haber existido.
5.- Alfonso IX y Berenguela de Castilla parecen tener una relación intensa y contradictoria en tu relato. ¿Cómo abordaste su vínculo en la novela y qué desafíos tuviste al explorar esta complejidad emocional?
Buena pregunta. No es nada fácil, narrar una relación de amor-rencor, cuando estos sentimientos encontrados son tan intensos. Creo que intentarlo siempre es un reto y, en esta ocasión, para mí lo ha sido de máximo nivel. Confieso que en algún momento me sentí perdido, hasta Diego Froilaz, que había puesto su voz a mi servicio, me abandonó. Había sido muy eficaz hasta entonces, pero él no podía entrar en la alcoba matrimonial de Alfonso y Berenguela y. mucho menos, en la mente de Berenguela y percibir sus sentimientos y emociones. Por esto tuve que quitarle la voz a Diego. Y quién mejor que la propia Berenguela para reemplazarlo. Sin embargo, ese cambio de narrador podría resultarle chocante al lector, así que, después de darle muchas vueltas, encontré una solución integradora en Fray Lucas de Tuy.
6.- En tu biografía mencionas que la idea de la novela “te eligió a ti”. ¿Podrías contarnos cómo fue ese momento de inspiración? ¿Qué te hizo sentir que esta historia necesitaba ser contada?
El viejo Reino de León, reconocido como Región Leonesa en la organización territorial de 1833 de Javier de Burgos, mantuvo vigentes sus fueros e instituciones hasta entonces, y estaba integrado por las actuales provincias de León, Zamora y Salamanca, hasta que en 1983 estas fueron integradas en la recién creada “Comunidad Autónoma de Castilla y León”, una Comunidad que algunos definen como “birregional”, señalando a la conjunción copulativa “y” que une a Castilla con León, y aseguran que está marcada por tres anomalías: su estatuto nunca ha sido, hasta ahora, ratificado por la ciudadanía, no tiene himno y no tiene establecida una capital oficial, aunque de facto sí: Valladolid. Desde dónde se practica un centralismo que en opinión de muchos puede estar causando la depresión de territorios marginales como hoy lo son los de la Región Leonesa. Depresión innegable, provocada, en mi opinión, por múltiples causas. Esta realidad me empujó a profundizar en la cuestión y, así, sin darme cuenta, me encontré, cara a cara, con el comienzo del fin del viejo Reino de León, que, tras la desaparición de su último rey privativo, don Alfonso IX, quedó atado a la Corona de Castilla, organización política hegemónica en la Hispania del siglo XII.
7.- Has trabajado como profesor de escritura y narrativa. ¿Cómo ha influido esta experiencia en tu propio proceso de escritura, especialmente en Gladius Iusticie?
Mi actividad docente fue, para mí, muy enriquecedora y satisfactoria. Me dio la oportunidad de poner en práctica todos los conocimientos adquiridos, contrastándolos y viéndolos reflejados en los progresos de mis alumnas, a las que desde aquí les doy las gracias por su interés y dedicación. Sin querer ser pretencioso y salvando las distancias, creo que superar los cursos y acompañamientos de escritura y narrativa fue como lograr una licenciatura, y que trabajar como profesor de escritura y narrativa me proporcionó el doctorado. Impartí mis clases a un grupo muy reducido de alumnas, casi siempre las mismas. No lo hacía por necesidad y, cuando ellas ya no me necesitaron no quise continuar para dedicar todo mi tiempo disponible a rematar Gladius Iusticie.
8.- Diego Froilaz vive un abanico de experiencias: amor, traición, arrepentimiento… ¿Cuál fue el aspecto emocional de su viaje que más disfrutaste escribir y por qué?
Sin dudarlo, pienso que ha sido, el amor, concretado en su enamoramiento de la novicia Sor Ángela, su primer amor, y luego en su profunda relación sentimental con Samira, una esclava africana, al servicio de Pedro Fernández de Castro, que él conoce en Sevilla y por la que sintió una fuerte atracción carnal, y a la que algunos años después volverá a encontrar en Córdoba, en la casa del sabio Averroes, a donde él fue para cumplir una misión. Misión que los llevará a Lucena, donde ambos se entregarán al amor que se profesan. Una historia hermosa, que termina tristemente cuando él regresa de la batalla de las Navas de Tolosa a su castillo y se encuentra con que ella ha muerto. Samira es un personaje de leyenda, pura ficción, por lo que al narrar su historia lo pude hacer en completa libertad. Además, la mayor parte de la historia que une a Diego con Samira se desarrolla en al-Ándalus (Sevilla, Córdoba y Lucena) por lo que pude explayarme mostrando esas ciudades , sus paisajes y sus gentes.
9.- A lo largo de la novela, destacas la humanidad de Alfonso IX, más allá del personaje histórico. ¿Qué aspectos de su carácter crees que podrían resonar más hoy en día en los lectores?
El personaje que he tratado de mostrar es noble y generoso, valeroso e incluso intrépido, amigo de sus amigos, tiene un gran sentido de la justicia y el deber, exigente consigo mismo, aunque también con sus vasallos. Y, aunque algunas veces puede pecar de irascible, pronto encuentra el sosiego y resuelve la tensión reflexionando. Es capaz de perdonar. También es ambicioso, pero para nada codicioso. Y sobre todo es fuerte, aunque también vulnerable.
10.- Finalmente, ¿qué mensaje o reflexión esperas que los lectores se lleven de Gladius Iusticie? ¿Qué esperas que experimenten a través de la aventura de Diego y Alfonso?
Ante todo, deseo que disfruten de la lectura, que la encuentren amena y sugerente. Es todo lo que quiero. Cada lector es un mundo, único e irrepetible, por lo que espero que cada uno encuentre entre las páginas del libro lo que quería encontrar al abrirlo. Con esto me conformo.