Un pequeño pueblo castellano como microcosmos, donde confluyen los mitos de las Dos Españas, el de la crónica negra y el esperpento, para disputar y sentir por el mismo terruño de una manera que a todos los personajes incomoda.
Un país que se mira y no sabe si se gusta..
Conversamos con Francisco Panera, autor detrás del éxito de la novela PAISANAJE.
1.- Francisco, Paisanaje parece retratar un microcosmos rico en conflictos y emociones humanas. ¿Qué te llevó a centrarte en un pueblo pequeño como epicentro de tantas historias?
Pequeño, en proceso de despoblación y donde aparentemente no pasa nada. Creo que era el lugar idóneo para desatar una disputa de la que nadie podrá escapar, para crear metafóricamente un crisol en el que se van fundir diversas cuestiones de calado que afectan a todo un país. Un reflejo de una parte de nuestra historia de la que aún no hemos logrado hacer un relato honesto y que funciona como eje vertebrador de un carácter colectivo. Un pueblo pequeño sí, para ponernos en la piel de sus vecinos y después, en conjunto, frente al espejo.
2.- La llegada de nuevos personajes externos, como la misteriosa mujer extranjera o la pareja que reabre el bar, parece actuar como un catalizador de cambios. ¿Qué simboliza para ti este “choque” entre lo foráneo y lo local?
Es la chispa para encender una pira que ya acumulaba mucha leña, pero a la que no terminan por dar lumbre. A veces necesitamos de visión ajena y periférica, sin condicionantes previos, para poner de manifiesto unas circunstancias que por diversos motivos (conveniencia, miedo, quizás indiferencia) se nos invisibilizan por evidente que sea su existencia. A mi modo ver, lo mismo en la novela que fuera de ella, es una actitud que se repite de manera generacional. Una ilógica e imposible carga genética, que retorcidamente y en no pocas ocasiones, se convierte en herencia.
3.- El tema de la memoria histórica, reflejado en la búsqueda de una posible fosa común, es crucial en Paisanaje. ¿Por qué decidiste abordar un tema tan complejo y divisivo en tu novela?
En parte es consecuencia de mi anterior novela, Dolor. Allí contraponía los efectos de la pérdida entre victimas del conflicto civil, de la violencia en mi tierra, Euskadi y el empeño por liberar de semejante carga a la siguiente generación pero sin enfrentarse al fantasma. Y claro, no termina de cuajar. Al documentarme contacté estrechamente con personas que trabajan en la recuperación de esa memoria y fue inevitable contagiarse con su compromiso. Quedaron ideas que ahora cuajan en Paisanaje al tiempo que tengo el ejemplo del sentido de esa lucha por la memoria, en mi propia familia.
4.- La sinopsis menciona las sempiternas “Dos Españas” y su influencia en los personajes. Desde tu perspectiva, ¿crees que estas tensiones son casi inevitables en los contextos rurales o hay un camino hacia la reconciliación?
En un círculo pequeño, fácilmente aislable donde no se pueden evitar encarar los problemas importantes o ponerse de perfil, la tensión es un buen aliño para aderezar una novela. Por eso recurrí al mundo rural, pero no me engaño circunscribiendo esa tensión concreta con lugares así. Lo que aún perdure de esas Dos Españas no lo busquemos en lo geográfico. Reside con mayor o menor intensidad en la mente colectiva. Y desde luego que hay camino hacia la reconciliación, pero si no se recorre de mano de la empatía, como en cualquier pareja mal avenida, la ruptura es la consecuencia.
5.- El referéndum independentista catalán como trasfondo, añade una dimensión política y social. ¿Qué te llevó a ambientar la novela en este período específico y cómo encaja con los conflictos del pueblo?
Es que en un mundo en descomposición al perder pobladores a cuenta del deterioro o desaparición de servicios básicos, del envejecimiento de la población y de un futuro hostil para la juventud que lo abandona, la irrupción de un problema como aquel se convierte en munición como desahogo para algunos personajes a quienes les resulta providencial la aparición de un chivo expiatorio en forma de mujer a quien asignar diversos estereotipos que contemplan como nocivos para el país. Haber sido testigo de situaciones similares, que lo he sido, me animó a sumarlo a ese microcosmos en cierta manera, esperpéntico.
6.- Has trabajado en diferentes géneros literarios a lo largo de tu trayectoria. ¿Qué diferencias has encontrado al escribir Paisanaje en comparación con tus novelas anteriores?
Diría que la interpretación del relato. En la novela histórica, donde encasillaría mis tres primeras novelas, al margen de la épica que acompaña al género y de su atractivo carácter inmersivo conduciendo al lector por otras épocas, los temas de fondo son comunes con el estilo al que ahora me asomo. El compromiso o la cobardía, el valor y el miedo, la evolución frente a la involución, traición versus lealtad… La diferencia reside en que puedo señalar tiempos, personajes o hechos cercanos y cotidianos generando afinidad o controversia. Si hasta ahora esquivaba el relato maniqueo, ahora sin abandonar esa intención, priorizo huir de la equidistancia.
7.- Tu pasión por la documentación y el contexto histórico es evidente, tanto en tus novelas como en las webs que creas como complemento. ¿Qué elementos del proceso de documentación fueron especialmente desafiantes o enriquecedores para Paisanaje?
En referencia a la memoria histórica destacaría que reflejar el rechazo hacia esa cuestión por una porción significativa del país y a su vez, el modus operandi de las partes enfrentadas en pos de ocultar o dignificar, un espacio de horror como es una fosa común.
Y sobre la despoblación rural, creía tener conocimiento suficiente al ser “vecino ocasional” en verano y diversas épocas del año, de un pueblo afectado por ella, pero me equivocaba. Al dotar de diferentes puntos de vista a los personajes sobre esa España vaciada, contemplo el problema con mayor preocupación. Ninguno de esos personajes proclama una solución; quizá la ven tan simple y básica como imposible.
8.- El paisaje del pueblo parece tener un peso metafórico en la novela. En tu opinión, ¿qué papel juegan los elementos naturales y geográficos en la construcción del “paisanaje” humano?
Desde mi subjetividad, lo considero determinante. Ese Paisaje no es solo una imagen panorámica. Acapara memoria y las huellas del tiempo. Proyecta melancolía y nos ayuda conformar recuerdos al tiempo que nos muestra su indiferencia. Lo contemplo como un símbolo de la fugacidad de la vida y eso imprime unos rasgos. Si podemos reconocer caracteres comunes entre el paisanaje de un lugar, y otros diferentes a los primeros, compartidos por los pobladores de otro espacio geográfico muy distinto… ¿qué factor ha variado, si las personas por propia naturaleza mantenemos unos sentimientos, valores y querencias similares? Simplemente ha cambiado el Paisaje.
9.- En tu biografía mencionas que disfrutas del contacto con tus lectores. ¿Qué esperas que encuentren ellos en Paisanaje y qué conversaciones te gustaría que surgieran a partir de esta obra?
Escribir es un ejercicio de soledad y evito perder el rastro de mis obras al publicarse. Cada novela puede ser un paso en el aprendizaje del autor si atiende a opiniones y críticas constructivas, las comparta o no. Cuando un escritor se repite o termina imitándose, ha dejado de lado ese recorrido.
Y sí, quisiera desde el respeto generar debate con quienes a día de hoy, aún niegan el derecho a dignificar la memoria de sus más de cien mil compatriotas que continúan en cunetas y fosas comunes. Quisiera dejar de creer en la frase con la que cierro la novela: Un país que se mira y no sabe si se gusta.