¿Qué tienen en común asesinos en serie como Ted Bundy, Jeffrey Dahmer o el esquivo Zodiaco? Aunque sus crímenes y métodos varían, todos ellos comparten ciertos rasgos inquietantes que los convierten en verdaderos maestros del horror. Incluso, en algunos casos, desde la infancia ya presentan estos síntomas. Adentrémonos en la mente de estos depredadores y descubramos qué los hace tan peligrosos… y fascinantes.
Factores que desarrollan una conducta criminal
Sin empatía, sin remordimientos.
La mayoría de los asesinos en serie son psicópatas o sociópatas, incapaces de sentir empatía o culpa. Es el caso de Ted Bundy que, con su sonrisa encantadora, manipulaba a sus víctimas como si fuera un actor de Hollywood. Para ellos, las personas son piezas de un juego macabro, donde ganar significa ejercer control absoluto.
Control y manipulación: El poder está en el engaño.
Estos criminales son expertos en manipular y planificar. John Wayne Gacy, conocido como el “payaso asesino”, entretenía a niños como si fuera un hombre común y corriente, mientras escondía su oscuro secreto. Su capacidad para engañar y esconder su verdadera naturaleza es su arma más peligrosa.
La infancia, el origen del Mal.
Muchos comparten un pasado traumático, con abusos o negligencia que moldearon sus comportamientos violentos. Muchos de ellos empiezan a introducirse en la violencia a través del maltrato animal, hasta alcanzar el siguiente nivel y atreverse con un ser humano. Aunque no todos los que sufren una infancia difícil se convierten en criminales, en casos como el de Albert Fish, ese pasado sembró las semillas del horror.
¿Por qué nos fascinan tanto?
Quizá lo que más nos atrae de estas historias es lo incomprensible: cómo alguien puede actuar sin compasión, planear fríamente y, al mismo tiempo, vivir como si nada. Estos individuos son un espejo oscuro que nos muestra hasta dónde puede llegar la mente humana.
Así que, mientras la ficción y los documentales los inmortalizan, es bueno recordar que detrás del “encanto” de estos personajes solo hay un vacío aterrador. ¿Te atreves a mirar más de cerca?