No te pido la luna es la historia de una obsesión que trasciende fronteras, un viaje emocional a lo largo de los años para dejar atrás el pasado. Ahora, tras el fallecimiento de un ser querido y la frustración de una promesa incumplida, Pau solo desea que todo vuelva a ser como antes. Quiere una segunda oportunidad y está convencido de que esta vez lo hará mejor. Pero no ha tenido en cuenta la presencia de Hans, un encantador marchante de arte alemán que, en su nueva vida, se ha convertido en su confidente y, en ocasiones, algo más.
Charlamos con Teresa Alzubide de su primera novela publicada No te pido la luna… y de psicología. Mucha psicología.
1. Comenzaste a escribir en 2016. ¿Qué fue lo que te impulsó a dar el salto desde la psicología a la escritura creativa?
No soy terapeuta. Mi formación en Psicología y mi experiencia profesional se ha orientado al área de Recursos Humanos. Durante años fui técnica de selección de personal y tras la crisis del 2008, cuando nadie necesitaba contratar, más bien despedir, terminé en una asesoría laboral, donde continúo trabajando. El salto a la escritura creativa lo hice por casualidad, porque en el “Casal de Barri” se impartía este taller. En esa época, recién cumplidos los 50, buscaba una actividad que me motivara, mi hija pequeña ya era una adolescente autosuficiente y en el trabajo tenía horario continuado hasta las 5 de la tarde. Los astros se alinearon a mi favor…
2. La historia de No te pido la luna surgió de un relato corto. ¿Cómo fue ese proceso de transformación de una idea breve en una novela completa?
En realidad, el cuento no se entendía. Demasiados personajes, trama compleja y poco espacio. En el taller escribíamos un cuento a la semana. No eran largos, ya que teníamos un tiempo limitado para exponerlos. Intentando esponjar el principio, introducir los personajes de manera menos atropellada, sentí la necesidad de hablar de su juventud, del porqué esa reacción y pensé en un cuento largo. Al compartir los cambios, alguien me comentó que le gustaría saber más de algún personaje, o de algunos hechos que mencionaba de pasada. Eso fue como abrir la caja de pandora. La vida de Pau y sus compañeros, amigos y familiares, apareció ante mí con tanta claridad que no pude evitar desarrollarla.
3. Pau, el protagonista de tu novela, se enfrenta a un pasado complicado y busca una segunda oportunidad. ¿Qué elementos de su viaje emocional te parecieron más complejos de desarrollar como escritora?
Viaje emocional… no pensaba en ello cuando escribía. Soy brújula, escribía escenas desperdigadas. El protagonista iba creciendo a medida que interactuaba con sus antagonistas. Hasta que no vi claro el final, la historia navegaba sin rumbo. En ese escenario, también fue imprescindible que la voz de Sergio tomara fuerza, resaltando la obsesión que acompaña a los personajes.
4. El tema de la obsesión es clave en la historia. ¿Cómo abordaste este tema sin que resultara excesivamente oscuro o negativo?
Todos tenemos obsesiones. Muchas son funcionales, ayudan a alcanzar objetivos, como la adicción al trabajo, el perfeccionismo… Otras nos complementan, las convertimos en hobbies, somos runners, músicos, contadores de historias… navegamos en esa estrecha franja que marca la funcionalidad. En la novela, los personajes van resbalando poco a poco al lado oscuro, pero también tienen un entorno (familia, amigos) que actúa como pilar al que pueden agarrarse. Yo me pongo en su piel, intento entender el por qué hacen lo que hacen. No juzgar, mostrar empatía.
Creo que la empatía es fundamental para matizar la negatividad. Y, recuerdo, que la empatía no significa estar de acuerdo.
5. La novela se desarrolla a lo largo de muchos años y trasciende fronteras, desde la relación entre Pau y Sergio en su juventud hasta los eventos que ocurren más tarde en Tokio. ¿Qué te motivó a hacer de este escenario internacional un punto clave en la trama?
La casualidad, la naturaleza humana. Tendemos a escapar de los problemas, una de las vías de escape es la distancia.
Elegí Tokio porque estaba muy lejos y se adecuaba a la personalidad de Pau, perfeccionista y obsesiva, como Japón, o lo que percibimos de ese país desde el exterior. Reconozco que es una generalización, y no me gusta hacerlas, pero no conozco el país y me baso en lo que he leído, he visto y he escuchado. Y porque he estudiado la estructura de las empresas japonesas en mis cursos varios de Recursos Humanos. Son especiales, y le iba muy bien a la historia.
Luego la trama regresa a Europa, Dusseldorf, una ciudad que mantiene un interesante vínculo con Tokio. Tiene un barrio al llaman la pequeña Tokio y la comunidad japonesa, en número, más importante de Europa.
Y, por último, Mallorca. Tenemos una relación de peso con Alemania. Tengo compañeros de trabajo y familiares alemanes. A veces, desde la isla, “bromeamos” con la posibilidad de convertirnos en uno de sus Lander. Si te plantas ante un panel de salidas/llegadas en el aeropuerto de Palma, te sorprenderías de la frecuencia de vuelos con las ciudades alemanas.
6. En el subtítulo, aparece muy clara la palabra “cagarla”. ¿Qué importancia le das al humor y el autodescubrimiento en la novela y en la vida?
El humor es salud. No tomarte demasiado en serio a ti mismo, ayuda a asumir errores. El humor es la voz de la conciencia que te recuerda que no eres tan importante. En la novela, el sentido del humor de Pau es el mismo que tendría un Dios, pero, por suerte se rodea de gente que se toma la vida con menos intensidad. Creo que al mundo actual le falta humor. Creo que nos tomamos demasiado en serio, mostrando todo el día nuestras vidas, como si fueran interesantes… Esos selfis quedaran en el olvido, nadie se acordará de ti cuando te mueras, ni si quiera tus amigos, porque solo tendrás seguidores, que se irán a buscar otro a quien seguir. Somos una gota de agua en el mar y la mayoría no lo sabe.
El autodescubrimiento en la novela, y para mí, en la vida, está inevitablemente relacionado con paso del tiempo. Estamos ligados a nuestro entorno, interaccionamos con él, evolucionamos dentro de él. Somos animales sociales. Era adolescente cuando le dije a un profesor que de mayor quería cambiar el mundo. Me preguntó como pensaba hacerlo y me recomendó que empezara por mi entorno, que el mundo era muy grande. El entorno más cercano eres tú mismo.
7. La psicología ha jugado un papel en tu formación. ¿En qué medida has incorporado tus conocimientos sobre el comportamiento humano a la construcción de tus personajes?
Llevo hablando de psicología toda la entrevista: de empatía, de desarrollo emocional, de obsesiones…
Yo no empecé estudiando psicología, me matriculé en biología porque me fascinaba el cerebro humano. El resto de temas no me interesaban, y, unos años más tarde, me cambié a psicología. A finales de los 80 era una carrera emergente, joven, en evolución. Interesante. Hay muchas variables, circunstancias personales y ambientales, que influyen en nuestra evolución, en nuestras decisiones. Cuando escribes, puedes controlarlas. ¡Ya les gustaría a los psicólogos poder controlar eso en un experimento!
La humanidad es sorprendente, para bien y para mal. Somos un desastre, ¡Es tan fácil manipularnos! La manipulación, el sometimiento a la autoridad, me fascina. Sus consecuencias son terribles. Y, a pesar de todo, vamos mejorando.
8. A lo largo de tu carrera, has escrito principalmente cuentos. ¿Cómo fue la transición de escribir relatos breves a embarcarte en la estructura más extensa y compleja de una novela?
En realidad, me cuesta la vida escribir un relato corto. Escuche la diferenciación que hacía Cortázar sobre cuento y novela. El cuento lo veía como una esfera. En un cuento todo confluye, es concreto, con un fin. La novela la veía como un árbol. La novela crece hacia afuera, hay tramas paralelas, puedes divagar. Mi tendencia natural es la novela, tiendo a divagar. Incluso como lectora, prefiero la novela.
El cuento es un instrumento perfecto para aprender a concretar, para pulir defectos. Incluso en una novela tienes que controlar la tendencia a divagar. Seguiré escribiendo cuentos, pero me siento más cómoda desarrollando personajes y tramas.
9. ¿Existe algún mensaje o idea que gustaría que los lectores se llevaran al leer la novela, especialmente en cuanto a los temas de perdón, redención y la búsqueda de segundas oportunidades?
No escribo con objetivos didácticos o morales, pero algo queda en el trasfondo de la novela: que los celos son mala compañía, que el perdón empieza por uno mismo, que una segunda oportunidad no es volver repetir lo mismo, que nuestras acciones tienen consecuencia…
10. ¿Tienes algún otro proyecto literario en mente? ¿Seguirás explorando temas similares o te aventurarás en otros géneros o enfoques narrativos?
Sí, tengo al menos tres ideas más, de diferentes géneros.
Tengo empezada otra historia, la historia de una mujer infiel. Si no la termino, mi amiga Cris dejará de hablarme. Cuando decidí convertir en novela “No te pido la luna”, estaba escribiendo otra historia larga, que dejé a medias, y que mi amiga, ahora, me reclama. Mi intención es escribir una novela romántica… pero me temo que tampoco será así. Quería probar también un thriller. Tengo un par de protagonistas interesantes, un abogado bastante impresentable y un detective encantador, amigos y residentes en Palma. También me aparecieron en un cuento. Y, por último, quiero acabar con el mundo. Venero la ciencia ficción, creo que es el género que mejor retrata a la raza humana. Cuando aprenda a escribir, me cargaré el mundo. Así que, tengo que darme prisa, o me va a pillar la realidad…
Una escritora novel, que no novata, con gran capacidad para nuestro disfrute y no predecible (cosa que apreciamos a los que leemos de manera habitual).
Tiene un alto nivel, tanto de trama como de lenguaje, así como una imaginación que nos empuja a querer más.
Esperemos que éste libro sea el primero de muchos.